Alzarnos hasta convertirnos en leones
- Melisa Machuca

- 12 sept
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 13 sept
“Alzate, y alzate de nuevo, hasta que los corderos se conviertan en leones.” Esa frase resuena como un llamado a la valentía. Habla de algo más profundo que levantarse después de caer: habla de transformar nuestra naturaleza, de pasar de la fragilidad a la fuerza, de dejar de ser presa para convertirnos en protagonistas.
Vivimos en un mundo que muchas veces nos empuja a agachar la cabeza. Los tropiezos, las pérdidas, los fracasos, los “no” que recibimos, tienen el poder de dejarnos inmóviles. Pero esta frase nos recuerda que la vida no se trata de quedarnos en el suelo contando las veces que caímos, sino de levantarnos una vez más… y otra, y otra, hasta que el miedo deje de dominarnos y descubramos que dentro de nosotros había una fuerza que no conocíamos.
Convertirse en león no es dejar de sentir miedo: es rugir a pesar de él. Es entender que la adversidad no viene a destruirnos, sino a templar nuestro carácter. Cada vez que elegimos levantarnos, forjamos una versión más valiente de nosotros mismos. Al final, el proceso de alzarse no solo nos fortalece, nos transforma.
No se trata de una lucha contra los demás, sino de una revolución interior. De pasar de la obediencia ciega a la determinación, de la pasividad a la acción. Un cordero puede aprender a defender su vida, puede aprender a luchar por sus sueños. Y en ese proceso, sin darse cuenta, ya no es el mismo: se ha convertido en león.
La próxima vez que sientas que no puedes más, recuerda esta frase. No se trata de ganar a la primera, ni de hacerlo perfecto. Se trata de seguir intentándolo hasta que la fuerza que buscabas fuera aparezca dentro de ti.
Porque cada caída es un entrenamiento, cada levantada es una victoria, y cada rugido es una declaración al mundo: “No me rendí, y ahora soy más fuerte.”





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