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LA CONEXIÓN

  • Foto del escritor: Melisa Machuca
    Melisa Machuca
  • 12 oct
  • 2 Min. de lectura

Porque conectar es de humanos, de criaturas, sin importar su origen
Porque conectar es de humanos, de criaturas, sin importar su origen

La conexión entre dos personas no se busca, ni se construye con esfuerzo. Llega.


A veces silenciosa, a veces con la fuerza de un huracán. Pero cuando llega, lo cambia todo.



No tiene que ver con compatibilidades ni con coincidencias. No responde a fórmulas, ni a señales que uno pueda interpretar racionalmente. Es algo que se siente —como un golpe suave al alma— que no avisa, no se explica y tampoco se elige. Es esa sensación de haber encontrado a alguien que vibra en la misma frecuencia, que entiende tus silencios sin necesidad de traducción, que te ve incluso cuando ni vos sabés muy bien quién sos.



La verdadera conexión no es cómoda, ni superficial. Te desarma, te confronta, te impulsa. Te hace crecer porque te obliga a mirarte en el espejo más honesto: el otro. Te enseña a amar distinto, a cuidar sin miedo, a soltar sin rencor. Y lo más poderoso de todo, es que no se limita al amor romántico. Cuando conectás de verdad, toda tu vida se expande: tus vínculos se vuelven más sinceros, tu trabajo más auténtico, tu propósito más claro.



Mucho se habla de “cómo saber si tenés conexión con alguien”: que si miran igual, que si piensan parecido, que si se entienden sin palabras. Pero la verdad es que la conexión no se mide ni se explica. Se siente. En el cuerpo, en el alma, en la forma en que te calma o te enciende. En cómo te atraviesa. En cómo te transforma.



Hay quienes viven toda una vida sin sentirla. Y no por falta de amor, sino porque la conexión verdadera no se fuerza. Es rara, es pura, es inmensa.



Y cuando sucede —aunque sea una sola vez— ya no podés volver a mirar a nadie con los mismos ojos. Porque entendés, por fin, lo que significa realmente encontrarse.



Meli ✨️


 
 
 

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